Armas Blancas

Armas Blancas: Bayonetas, Sables de caballería y Corvo
Las armas de puño portátiles, en este caso cortantes o punzantes, están diseñadas para el empleo por parte de un individuo para la lucha cuerpo a cuerpo, sea en estocada, corte, golpe o detención de ataque de arma similar. En el caso de las bayonetas, en cuanto complemento del fusil, colaboraban para que el soldado mantuviera un arma de defensa durante el lapso de recarga o al terminarse las municiones y, desde luego, usada en el ataque masivo de tropas al momento de apoderarse físicamente de una posición enemiga, facilitando la distancia entre los contendores para arremeter de frente sin ser herido.
Los sables son armas blancas por lo general curvas[1] (ver fotografía del Chatellerault), aunque también las hubo semirrectas, todas creadas para usarse con una mano. Solían tener filo por un solo lado con el objetivo de emplearlas en movimiento de corte, pero también útiles para estocada en el caso de duelo a pie. Las unidades chilenas de caballería estaban dotadas de sables para caballería ligera por adaptarse mejor en peso y forma a la ejecución del movimiento de blandir el arma y descargar el golpe hacia atrás, rajando la cabeza o tronco del individuo atacado. Mantuvieron su vigencia de uso en combate hasta las décadas 1820-1830 del siglo XX.
Sin embargo, este tipo de armas no fue privativo de jinetes militares, pues es usual encontrarla entre los oficiales de infantería o artillería y, con otras características, en la oficialidad y marinería de la Armada, ejemplificado en los sables de abordaje utilizados a bordo de las naves de combate. Debido al uso de armas de puño automáticas –pistolas o revólveres- y la desaparición de la caballería tradicional, ya el empleo práctico del sable en guerras desapareciera, sucediéndole la función de objeto decorativo para uniformes de gala de los oficiales.
El sable presentado –Chatellerault 1839– corresponde al equipo de reglamento de los cuerpos de caballería.
Bayoneta sable para fusil Comblain
Fabricación: Manufacture d’Armes de Chatellerault; de Tulle ; de Saint Étienne y Manufacture Impériale de Mutzig (Francia). Reemplazo de la Chassepot 1866.
Bayoneta espada con vaina para fusil Gras
Fabricación: Manufacture d’Armes de Saint Étienne; de Chatellerault; de Tulle; de L’Denny París y de Paris-Oudry.
Ambas con cacha de madera afianzada en la empuñadura con guarda o protector de la mano y acabada en la parte inferior a la derecha –según se puede ver en las fotografías- por un anillo para fijarla en el fusil y, en la izquierda, por un gancho llamado bladebraker o rompe-hoja. La daga de forma triangular es de acero, especial para emplearse en maniobra de estocada gracias a su firmeza y forma de cuchilla, afinándose desde el mayor ancho en la base de la cacha hasta su punta[2].
Apuntes Técnicos
de Comblain
de Gras
Largo total en cm
69
60
Largo de la hoja en cm
57
48
Bayoneta Estoque Triangular
Chile: Bayoneta sable Chassepot 1866 aserrada
(usada por el RL Zapadores)
Chile : Sable francés Chatellerault1839
Fabricación: La Manufacture d’Armes de Chatellerault (Francia)
La Fábrica de Armas de Chatellerault (Francia) fue establecida por orden imperial del 19 de julio de 1819, funcionando hasta noviembre de 1968. En el periodo del siglo XIX, manufacturará armas de fuego y blancas, muchas de las cuales veremos en la Guerra del Pacífico. Entre otros modelos de sables de diversos orígenes, sean ingleses, prusianos, etcétera-, destaca este de caballería ligera de origen francés, hoja de 91 cm, con cazoleta o resguardo de la mano de bronce y lazo cuya empuñadura está construida en contra-curva del filo[3].
[1] Es habitual denominar sable a aquellas de forma curva y espada a las de forma recta. Incluso a los sables rectos para el uso de la caballería solía denominárseles espada para montar o espada-sable.
[2] En: Barra, Carolina y Godoy, Adrián (2012). Armas Blancas: en defensa del honor. Santiago: MHMCH, 34-37; y, Hormazábal Espinosa, Pedro (2012). Armas blancas de fusiles usados en Chile entre 1810-2010. Santiago: EMG. Departamento de Historia Militar/Revista de Historia Militar 11, pp. 34-35.
[3] Ibíd., p. 33.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.